Madre sólo hay una – parte II

Quisiera preguntarles algo, queridos lectores. Se encuentran frente a...


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Quisiera preguntarles algo, queridos lectores. Se encuentran frente a un sacerdote católico. ¿Se les ocurriría preguntarle por qué decidió aceptar sus votos de castidad? O aún mejor: ¿Insistirían en saber cómo se le ocurrió la decisión de no ejercer su sexualidad de una manera coital, es decir, teniendo sexo?

No me miren así, por favor. Estas son algunas de las típicas, impertinentes y -si me lo permiten- muy agresivas preguntas que tienen que soportar en nuestra sociedad aquellas mujeres que tomaron la decisión de no ser madres biológicas. Es decir, aquellas las cuales aunque hayan nacido biológicamente con un sistema reproductor, optaron por no emplearlo -por así decirlo- para hospedar un feto, procrear, ser madres, pues.

Lo mismo que ocurre con aquellas personas las cuales, comúnmente por dogmas religiosos, decidieron no ocupar su aparato reproductor con fines ni de reproducción, ni de placer genital (al menos no compartido). Las mismas personas a quienes nunca se nos ocurriría hacer preguntas tan indiscretas, ni mucho menos poner en duda su decisión y los motivos que la sustentan.

Sin embargo y por alguna insensata razón, nos tomamos arbitrariamente el permiso de indagar en la intimidad de aquellas parejas que optaron por no ejercer su maternidad y paternidad biológica, de la misma forma en que nos permitimos oponernos a otras formas de maternidad y paternidad menos convencionales. Mínimo, nos roe la curiosidad y queremos saber el porqué. Y luego, si tenemos la suerte de no ser mandados al diablo por los individuos inquiridos por nuestras impertinencias, pretendemos entender sus razones.

¿Les suena familiar? Primer dardo.

Hablemos pues antes que nada de la maternidad y la paternidad, las cuales en este lado del planeta y en la mayoría de los países occidentales, representan opciones. Este derecho que se llama libertad es el resultado de muchos aspectos y el fruto de otras tantas luchas: el acceso a un sistema de salud más o menos decente, la posibilidad de una planificación familiar, una legislación que permite el libre albedrío en cuanto a la procreación y que otorga una cantidad más o menos justa de derechos y deberes alrededor de un hijo, y otros aspectos.

Es entonces que en nuestro país la mayoría de los individuos cuenta con el privilegio de ejercer una maternidad y paternidad biológica optativa, de decidir, pues, cuándo y cómo ser padres. Pero sobre todo si quieren serlo.

Atención: el ejercicio filial no existe únicamente de manera biológica.

La maternidad y la paternidad pueden ser, además: deseadas, planeadas, forzadas y simbólicas. Esta última se refiere a todas aquellas formas de ejercer la maternidad y la paternidad de manera no biológica: por ejemplo con un hijo adoptivo, un sobrino, un hijastro, y demás situaciones que nos lo permitan.

¿En que otros contextos observamos actualmente el ejercicio de la paternidad y maternidad, además de la ya no típica familia nuclear?

• Familias extensas: hogares donde los niños viven con uno o dos progenitores más otros familiares (abuelos, tíos, primos, …).

• Familias reconstituidas: uno de los progenitores se encuentra en una relación de pareja con una persona que no es el padre o madre biológicos del niño, viviendo todos juntos. Además, esta persona a su vez puede tener hijos que comparten temporal o permanentemente el mismo hogar.

• Familias monoparentales: en donde sólo uno de los dos progenitores vive con los hijos, ya sea solos o en un contexto de familia extensa. Esta situación es la más común después de una separación, divorcio, viudez o abandono de hogar por parte de uno de los padres. El otro progenitor, quien suele ser el padre aunque se está democratizando cada vez más esta situación, puede o no ser participe de la educación de los hijos.

• Familias homoparentales: donde los dos progenitores son del mismo género (dos hombres o dos mujeres) y viven ya sea con el/los hijo/s de uno de los dos, o bien de ambos siendo adoptado o engendrado con técnicas asistidas, que veremos en la próxima ocasión.

Dejemos pues la puerta -del diálogo y de la mente- abierta de par en par, ya que estaremos navegando por territorios quizás poco conocidos en torno al tema de la maternidad y la paternidad.

En nuestro siguiente encuentro, me gustaría hablar de los retos que enfrentan los padres y madres hoy en día, algunos de ellos tabúes y otros más socialmente aceptados.

Hasta la próxima!

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