Doble cara

Dime cómo tratas el dinero y todos sabremos cómo eres.


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“Dondequiera que ha dominado o subsiste el modo de pensamiento arcaico, en las antiguas culturas, los mitos, los cuentos y las neurosis, el dinero se pone en estrecha relación con las materias fecales.” S. Freud

 

Casi todas las veces que pago en efectivo y recibo cambio, tengo que reacomodar el dinero antes de guardarlo. Mi papá dice que los billetes le tienen que “dar la cara” a él, así que una vez en la cartera los acomoda todos bien estirados y de cara a su destino: la escrupulosa mano de mi padre.

Tengo la firme convicción que cuando el dinero se maltrata, es probable que se malgaste; en todo caso, eso implica que se menosprecia su valor. No importa si es un billete de 20 o de 500 pesos: los que tuvimos la fortuna de recibir una educación del dinero y de su valor intrínseco -trabajo, esfuerzo, compromiso- trataremos ambos billetes con el mismo respeto. No los doblaremos desordenadamente en la billetera, no se nos olvidarán cada semana en la bolsa del pantalón antes de meterlos a la lavadora y no pagaremos nada entregándolos revueltos como si fueran un cúmulo de papel.

El dinero es una herramienta cotidiana que a la vez conlleva una intensa simbología. De allí que podemos afirmar: dime cómo tratas el dinero y todos sabrán un poco más acerca de cómo eres.

Desde las teorías psicoanalíticas, el entrenamiento infantil hacia el control de los esfínteres guarda una relación directa con nuestra conducta adulta respecto al dinero.

Para Ferenczi (1913-19), los primeros intereses del niño son soltar (gastos) y retener (economizar) sus propias heces. Con la madurez, el dinero pasa a ser valorado, guardado y gastado como las heces, y puede dar tanto placer (regalos) como displacer (deudas) para los otros1.

A temprana edad, durante la conocida etapa anal, el niño se interesa desinhibida y descaradamente hacia el proceso de la defecación. Primero al evacuar de cualquier forma y en cualquier lugar, y con el tiempo al retener sus expulsiones; ambas conductas le proporcionan placer. De esta manera, las materias fecales contenidas son realmente las primeras “economías” del niño en desarrollo y permanecen como tales en correlación inconsciente y permanente con aquella cotidiana actividad que tiene algo que ver con la acción de reunir, acumular y ahorrar.

Hay más: las excreciones son unos de los primeros juguetes del niño. Después de la satisfacción meramente autoerótica que proporciona al niño tanto el empuje como la presión ejercidas por la masa fecal, el juego de aquellos músculos no tarda en transformarse en una especie de amor objetal, donde el interés proporcionado por estas conductas y las consecuentes sensaciones placenteras se desplaza hacia el objeto-materia involucrado, las heces, y posteriormente, el dinero.

Esto será lo más serio que leerán: el desarrollo ontogenético2 del interés por el dinero, tal como lo hemos trazado aquí, presenta sin duda diferencias individuales que dependen de las condiciones de vida, pero existe una inclinación para ver en nuestra tendencia evolutiva una característica propia de la especie humana, y de suponer que el principio fundamental de la biogénesis es válido también para la formación del símbolo del dinero. Fin.

Regresemos a nuestro punto inicial: el dinero y su relación con las etapas tempranas del desarrollo infantil, ya que no podemos evitar mencionar el papel de los entrenadores de este proceso; y no me refiero a los pañales, sino a los padres.

Durante el adiestramiento hacia el control de esfínteres, algunos padres se someten al niño. Le ruegan que hagan popó en el W.C., se alegran considerablemente cuando la hacen bien y se les rompe el corazón cuando no. Durante este proceso el niño es el rey de la casa, pues aprende que puede controlar la situación a través de sus heces, por decirlo de manera burda, y él lo sabe.

Este niño con esos padres desarrollará una personalidad anal-expulsiva. Estas personas suelen tener una relación sensible con el dinero, pero a la vez desorganizada, hasta despilfarradora.

Otros padres, en cambio, son estrictos hasta el grado de competir con los otros progenitores para ver cuál de los niños controlará primero los esfínteres, bajo la infundada creencia que si un niño los controla más temprano, refleja mayor inteligencia.

Estos papás pueden llegar a usar la humillación o el castigo, trayendo como consecuencia que el niño pueda sufrir de estreñimiento, tratando de controlarse constantemente y desarrollando así una personalidad anal-retentiva. Así que en la edad adulta será especialmente pulcro, perfeccionista y muy cuidadoso con el dinero3.

¿Alguien dijo yo?

Pero más allá de las fascinantes teorías psicoanalíticas, nuestro trato con el dinero llega a reflejar también nuestras relaciones afectivas con los demás.

La sabiduría popular menciona tener cuidado con las personas que disfrazan su codicia con un sentido del ahorro; las diferencias son grandes, así como los peligros.

Estoy de acuerdo ante la posibilidad que una persona francamente corta de dinero -en el sentido que le cuesta trabajo dar-, muestre más dificultad para procurar sentimientos. De la misma manera, el que “tiene las manos agujeradas”, como decimos en mi tierra, el derrochador, suele traer problemas a la hora de establecer planes, alcanzar metas y enfocarse en su vida. Además, mi mamá me lo dijo desde la adolescencia.

Pero el aspecto más interesante respecto al dinero, en mi opinión, se relaciona con el ser el medio de control más importante hacia alguien. Como le platicaba a una paciente el día de hoy como ejemplo, en una familia donde una mujer y sus hijos sufren violencia por parte del esposo-padre, el primero y más enérgico freno que antepondrá la señora a su bienestar y al de sus hijos será el dinero. Frases como: no tengo trabajo, cómo le haré sola, no los podré mantener, desde luego que parten de una base de autoestima lacerada y -en la mayoría de los casos- aún no aprendida, pero reflejan el poder del dinero en alimentar esa relación de dependencia.

Pensemos en el caso de otra mujer igualmente lastimada física y psicológicamente al igual que en su autoestima. La diferencia es que esa mujer trabaja y tiene un nicho de autonomía. ¿Cuál sería entonces la diferencia? Que ésta última difícilmente se mantendría al lado de ese hombre violento tanto cuanto la mujer que siente no tener nada y no poderlo lograr por sí misma.

Es allí que podemos entender cuánta libertad nos permite el dinero, cuando lo producimos de manera independiente y así lo empleamos.

Una querida amiga y colega alemana, hace muchos años me enseñó que vale la pena proteger esa libertad y autonomía desde las relaciones de noviazgo. En países como México, donde se acostumbra dejar que el hombre invite, pague y provea, emerge como, al permitirlo, estamos dejando atrás no sólo las cuentas, sino también y sobre todo nuestra libertad, alimentando una relación de poder desbalanceada.

Me atrevo incluso a decir que, cuando un hombre aprecia y valora que la mujer quiera participar económicamente, desde el cortejo y a lo largo de toda la relación, apreciará también su autonomía y libertad.

Lejos de volver esta idea demasiado heterocentrada, quiero mencionar que el manejo del control a través del dinero se dan en cualquier tipo de relación, también de hombre-hombre y mujer-mujer, como paterno-filial y de trabajo, entre otras.

El manejo del dinero, por otro lado, refleja un fuerte componente cultural. De este lado del mundo aún no suele ser muy apreciado el ahorrar, planear e invertir. Al contrario, la generosidad desmedida -o “ciega”- suele tener mayor aceptación social. Basta moverse hacia el norte o hacia el éste para encontrar una mentalidad opuesta.

Bien, a manera de conclusión, quisiera proponer algunos puntos esperando contar con su valiosa opinión al respecto.

• Cuidar de nuestro dinero habla de un respeto que tenemos hacia los bienes y el valor del trabajo, y considero importante incluirlo en la educación de los niños desde muy pequeños. No porque hay dinero, es preciso gastarlo. Asimismo, el dinero nunca debería representar una muestra de aprecio o, peor aún, de cariño.

• En este afán de educar al dinero, mi postura es fuertemente en contra de premiar a los hijos con bienes materiales de gran valor económico por el simple hecho de haber cumplido con su deber, como regalar un coche por haber pasado el año escolar. Considero que la clave de lectura de este tipo de premios suele resultar en un anti-aprendizaje para ellos.

• El dinero es el medio de control más utilizado y, en mi opinión, el más eficaz en las relaciones interpersonales, siendo más evidente en las parejas y en las relaciones paterno-filiales.

• Contribuir en partes proporcionales y equilibradas a la economía familiar, desde la pareja o los hijos, podrá más fácilmente mantener en equilibro nuestra libertad individual.

• Me parece importante identificar la diferencia entre ahorro y avaricia, entre generosidad y despilfarro, y mantenernos conscientes de ello. Esto es especialmente importante en la elección de pareja.

• Resultan tan peligrosas y difíciles las personas avaras como las derrochadoras; y este tipo de conductas es difícil -mas no imposible- reaprenderlas en la adultez. En un afán por buscar salud mental, creo que las relaciones sanas con el dinero se identifican por una buena dosis de realismo hacia lo que se tiene y cómo se gasta, incluyendo los pequeños o grandes gustos que, merecidamente, nos podemos conceder, y sin olvidar la parte de la prudencia (léase: ahorro) y la planeación.

Los dejo con dos dichos, ambos de mi tierra:

“Dinero ahorrado, dos veces ganado”.

Anónimo

“Cada cosa tiene su precio, pero nadie sabrá cuánto cuesta mi libertad”.

E. Bennato

 


  1. Nunes Araujo, D. El manejo del dinero en el psicoanálisis. Recuperado de la Word Wide Web: http://psi.usal.es/rppsm/pdf2-1/Elmanejodeldineroenelpsicoanalisis.pdf  

  2. Relativo al desarrollo del individuo, referido en especial al período embrionario.  

  3. George Boeree, Teorías de la personalidad. Recuperado de la Word Wide Web: http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/freud.htm  

Comentarios a esta nota

  • Berenice comentó:

    Realmente interesante, porque el dinero es parte cotidiana de la vida, damos por hecho que existe, que trabajamos arduamente para ganarlo y que el mismo nos puede dar placeres, en México se dice: «El dinero no es la felicidad, pero cómo ayuda» Reflexionando sobre este artículo, seré más perceptiva respecto de mi actitud hacia el dinero para conocerme más, pero también de la gente que me rodea para tratar de ver las circunstanciada de cada uno… Gracias, muy interesante!


    • Francesca comentó:

      Grazie mille per il tuo commento cara Beatrice! Mi motiva molto sapere che quello che ho scritto apporta qualcosa in più nella tua vita :))) Un bacione, e spero tu voglia diffondere la pagina a tutti i tuoi amici!!


  • dona comentó:

    desde el punto de vista profesional, muy preciso, desde la perspectiva de madre totalmente practico, una reflexion oportuna de lo que deseo formar como parte activa de la personalidad de mis hijos. Samantha atraviesa justo esta etapa. Fue una buena sacudida 🙂 saludos querida fran


    • Francesca comentó:

      Querida Doña, agradeZco muchisímo el tiempo que te tomaste para escribir tu comentario, y sobre todo tu sinceridad. Me siento muy honrada!! Un beso y espero que sigas encontrando inspiración en lo que escribo. Con cariño, Fran


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