PIAN PIANINO

Qué hacer durante e inmediatamente después de una crisis.


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Hace un par de semanas mi amiga N. tuvo un accidente vial. Un coche le chocó mientras ella iba manejando con su hija de 3 años y medio en el asiento trasero. Ni ella ni su hija padecieron daños físicos.

Recientemente la familia de mi amigo J. recibió la inesperada noticia de que su mamá tenía un pequeño tumor y requería ser intervenida. La operaron y ahora se encuentra bien.

Menos de un mes atrás a mi amiga A. le informaron del grave deterioro del estado de salud de su mamá –quien vive fuera del país. Pocas semanas después, tristemente falleció.

Estos ejemplos reflejan eventos de la vida cotidiana que a todos nos pasan. Sufrimos accidentes viales, recibimos malas noticias, y también nuestros seres más queridos tarde o temprano nos dejan.

Y nosotros seguiremos con nuestra vida porque -dicen- así se hace y finalmente no nos ha pasado nada.

No es así.

Hoy vamos a romper el mito de que si no hemos sufrido un daño físico es que no nos ha pasado nada. La verdad es que sí ha ocurrido algo, y algo serio.

Lo que tienen en común los tres sucesos antes mencionados, además de involucrar a personas que quiero, es que los tres son incidentes críticos, también conocidos como crisis cotidianas. Y pueden potencialmente convertirse en eventos traumáticos para los involucrados.

Una crisis es un suceso inesperado e infrecuente, impactante y/o destructivo, que se da en un lugar habitual: nuestra casa, el trabajo, la escuela o una calle por la cual transitamos. Estas crisis son tales porque producen pérdidas humanas, materiales o de salud y/o sensación de pérdida de bienestar y de control [1].

¿A QUÉ LE PODEMOS LLAMAR CRISIS o INCIDENTE CRÍTICO?

Además de los tres ejemplos citados, un intento de asalto en la calle o en el banco; un incidente doméstico en el que se haya lastimado alguien o haya habido un riesgo serio de lastimarse; la muerte de una persona cercana; un diagnóstico inesperado; un robo, por ejemplo que nos hayan despojado de la cartera en el transporte público, o que nos hayan robado un autoparte; no podernos comunicar con una persona cercana durante un tiempo considerable sin poder saber de ella; el quedarnos atorados por unos minutos en un elevador; olvidar nuestras llaves y por ello quedarnos afuera de la casa; un accidente vehicular.

Estos son sólo algunos ejemplos de diferentes tipos de crisis cotidianas en las cuales sólo estaremos implicados nosotros, las personas cercanas (familiares, amigos, compañeros del trabajo y la escuela) y los servicios que habitualmente están involucrados en estas situaciones –médicos, policías, aseguradoras, etc.- sin que por ello se requiera de la intervención de muchas más personas o sin que nuestro entorno comunitario –nuestra colonia, escuela, trabajo o ciudad- se vea afectado.

¿QUÉ CONVIERTE UNA CRISIS COTIDIANA EN EMERGENCIA?

Justamente el hecho de que no sólo deban actuar las personas y servicios que habitualmente se involucran en este tipo de incidentes, sino que el resto de la comunidad verá alterado su ritmo y quehacer habitual. Por definición, ya sea por la gravedad de lo ocurrido o por las circunstancias en las que ocurren, en las emergencias hay un número elevado de personas, miembros de la familia o ciudadanos que se ven afectados, que deben interrumpir sus tareas habituales y dedicarse a la gestión de la emergencia[2].

Por ejemplo, un incendio en el palacio en el que vivimos o en nuestra escuela, o bien un desastre natural con personas gravemente heridas o incluso pérdidas humanas.

Todos podemos recordar las pérdidas físicas o materiales que hemos sufrido a raíz de un incidente crítico.

Pero ¿QUÉ IMPLICA A NIVEL EMOCIONAL UN INCIDENTE CRÍTICO?

¿Y POR QUÉ NO ES CIERTO QUE NO PASA NADA?

Lo primero que experimentamos ante una situación de esta índole es un susto, un sobresalto derivado de lo sorpresivo e inesperado del evento. Aunque la emoción por su naturaleza pasará pronto, ésta se nos puede quedar un tiempo como una huella que impacta y se adhiere a nivel psicofisiológico y funcional. Y si no sabemos cómo afrontarla, las consecuencias pueden ser muy dañinas.

Además, con frecuencia se dan circunstancias en torno al incidente que aumentan peligrosamente el impacto de esta huella.

Retomemos el caso de un accidente vehicular. Algunas de las situaciones que pueden empeorar el evento e intensificar la huella emocional son: que el otro conductor implicado en el accidente nos agreda verbalmente al bajarnos del coche o intente darse a la fuga; que no nos encontremos en una zona segura, o que las condiciones externas nos produzcan miedo –por ejemplo que sea de noche, en un área desconocida, que llueva; que no nos podamos comunicar con nuestros seres queridos o que estos se tarden en llegar.

Les platico un suceso en el que un incidente crítico dejó una huella emocional traumática en su protagonista. Una día el auto de Eleonora decidió apagarse en un crucero, estando en el carril izquierdo y sin poderlo echar a andar ni un metro más y por lo tanto estorbando a los demás vehículos.

Inmediatamente ella prendió las intermitentes para señalar que algo andaba mal. Y hasta aquí todo normal; este evento hubiera sido una simple crisis si no hubiera ocurrido lo que siguió y que ella jamás se hubiera esperado.

Varios conductores al rebasarla la agredieron verbalmente, ofendiéndola incluso de manera muy vulgar como si ella hubiera elegido detenerse en medio de la calle y estorbarles adrede.

Eso fue lo que agravó considerablemente la huella emocional: la agresión verbal por parte de otras personas, y el que ningún vehículo se le acercó para preguntarle si necesitaba algo. A Eleonora le resultó traumático porque cuando una persona está en dificultad por causas de fuerza mayor, si bien seguramente no espera que todo el mundo se detenga para ayudarle, definitivamente lo último que imagina es todo lo contrario al apoyo.

Por suerte los trabajadores de los negocios de en frente se le acercaron para apoyarle, pero ella quedó impactada y dolida, y las pérdidas ambiguas que experimentó la acompañaron durante varias semanas.

Antes de seguir quisiera subrayar que en este artículo nos estamos centrando en las crisis de tipo cotidiano y no en emergencias de tipo masivo, que serán tema para otro artículo. Asimismo, tampoco entraremos en el ámbito del Trastorno por Estrés Agudo (TEA) o del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), que si bien son consecuencias comunes de los incidentes críticos, sobrevienen días, semanas o meses después del evento. Y tampoco entraremos en el mérito del proceso de duelo.

En esta ocasión nos estamos enfocando en lo que ocurre durante e inmediatamente después de un incidente crítico cotidiano.

¿QUÉ TIPO DE PÉRDIDAS SE EXPERIMENTAN ANTE UNA CRISIS?

Entre las pérdidas tangibles o reales tenemos[3]:

  • Pérdida de vidas humanas: familiares, amigos o compañeros de trabajo.
  • Pérdida de salud por heridas y dolor físico, que pueden provocar una incapacidad pasajera o permanente.
  • Pérdidas de la propiedad o de parte de ella: un coche que requiere ser reparado, por ejemplo.
  • Pérdida de objetos personales: fotografías, grabaciones u otros objetos significativos en la historia de las personas y las familias.

Sin embargo, además de éstas podemos sufrir pérdidas ambiguas o sensación de pérdidas -como la que experimentó Eleonora- y como Pauline Boss menciona en su libro[4]. ¿A qué nos referimos?

Entre las pérdidas ambiguas o sensaciones de pérdida a raíz de una crisis encontramos:

  • Pérdida de la esperanza, la confianza –hacia las personas, la calle donde vivimos, etc.- y la iniciativa.
  • Pérdida del control sobre la propia vida, la seguridad y el futuro.
  • Pérdida de la dignidad.

Además y como es comprensible, una crisis origina reacciones de estrés en los protagonistas del evento crítico, también conocidos como víctimas. Y no solamente en ellos: también los familiares, amigos y personas implicadas de manera directa en el evento crítico –llamados afectados directos– pueden experimentar síntomas de distrés[5]. Así se le llama al estrés negativo que aparece en cuadros ansiosos y que puede ser:

Agudo: cuando los síntomas aparecen durante o inmediatamente después del incidente crítico.

Retardado: si éstos aparecen en cualquier momento al cabo de unos días de haberse acabado el incidente crítico.

En el caso del incidente crítico de N., las víctimas fueron ella y su pequeña hija, así como el conductor del otro vehículo. Los afectados directos fueron las personas cercanas a ella a las que contactó para informarles de lo ocurrido (su esposo, familiares y amigos), las que acudieron al lugar de los hechos para acompañarla y las que, aún sólo por teléfono, se mantenían al tanto de N. y del desarrollo de la situación.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DE DISTRÉS QUE SE PUEDEN PRESENTAR DURANTE O INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE UN INCIDENTE CRÍTICO?

Síntomas cognitivos.

Dificultad para tomar decisiones, confusión y desorientación, falta de concentración, dificultad para pensar con claridad, incapacidad para recordar órdenes, instrucciones o momentos del incidente, dificultad para realizar tareas en sucesión.

F. sufrió un accidente vial menor la semana pasada, en el que la conductora del otro vehículo no se orilló de inmediato, sino que F. -apoyada por otro automovilista que estaba detrás de ella, vio todo y le ayudó en el cometido- persiguió a la señora (gracias a que era hora pico y el tráfico iba lento) hasta que ésta no tuvo otra opción más que detenerse. Sin embargo y a pesar de que lo primero que hizo F. al bajarse de su auto fue tomar fotos del vehículo, de la placa y de la señora misma, ésta última -aprovechando de un momento de distracción de F. y del otro señor que amablemente se había detenido para apoyarla- logró su segundo intento al darse nuevamente a la fuga.

En este ejemplo lo que pudo ser un simple incidente crítico se convirtió en un evento fuertemente estresor para F. –sin por ello volverse traumático.

Entre los síntomas cognitivos que manifestó F. durante e inmediatamente después del suceso se le dificultó tomar ciertas decisiones y no se pudo concentrar, tanto que varias veces le pidió a las personas que la rodeaban que repitieran lo que ya le habían dicho.

Síntomas físicos

Sudor excesivo, temblores musculares, dolor de cabeza, mareos, falta de coordinación, náuseas, estómago revuelto, dolor de pecho, hiperventilación, taquicardia o presión arterial alta.

F. manifestó temblores en sus manos, presión arterial alta y leve taquicardia.

Síntomas emocionales

Insensibilidad, agobio, shock, ansiedad, miedo, disociación, desrealización[6], cólera y resentimiento, aislamiento o evitación del contacto con otros.

El shock y la cólera de F. se intensificaron por cómo se comportó la conductora del vehículo que le chocó, y se sintió agobiada debido a que durante por varias horas no pudo detenerse al decidir denunciar a la señora, con todo lo que implica (desplazarse al lugar de la denuncia, narrar el hecho una y otra vez, etc.)

Síntomas del comportamiento o conductuales

Incapacidad para realizar tareas que antes dominaba, explosiones emocionales, humor excesivo, verborrea, hiperactividad, silencios prolongados[7].

F. únicamente presentó hiperactividad.

Sin duda muchos podemos identificarnos con los protagonistas de estas historias y con sus comprensibles reacciones de distrés, así como sus pérdidas –tanto humanas como materiales y ambiguas.

Entonces ¿QUÉ ES LO RECOMENDABLE HACER CUANDO SUFRIMOS UN INCIDENTE CRÍTICO?

Las primeras 72 horas después de la crisis son fundamentales, ya que representan la etapa de shock y adaptación al evento crítico[8].

DURANTE LA CRISIS

1. SUSPENDE LO QUE ESTÁS HACIENDO Y RESGUÁRDATE EN UN LUGAR SEGURO. Si estás manejando, con mucho cuidado oríllate y apaga el auto. Si recibiste una mala noticia en tu casa, escuela o trabajo, deja de hacer lo que estás haciendo, siéntate y mantente en un lugar tranquilo. Si hubo un intento de asalto o de robo, aléjate de la calle, puedes por ejemplo entrar a una tienda o restaurante.

Tómate unos segundos o un minuto para respirar profundamente tres veces antes de actuar. Te permitirá proceder de manera más asertiva. Asimismo, te dará la posibilidad de sentir si algo te duele, y de ordenar en tus pensamientos lo que sigue.

2. CONÉCTATE. Es muy importante que las primeras personas con las cuales hables te puedan dar contención emocional y no se alteren fácilmente. Por supuesto que será importante avisarle a tu mamá o a tu hermano –por ejemplo-, pero lo verdaderamente urgente es que tú recibas contención y por lo tanto que la persona con la que hables te pueda ayudar a mantenerte calmado y ordenar lo que te corresponde hacer.

Aunque quizás te cueste un poco de trabajo o te dé pena, pide ayuda a quienes tienes cerca, aunque no los conozcas bien: un compañero de trabajo, una profesora, la señora de la tienda.

No tienes que hacerlo a solas. Pide ayuda y contacta con tu gente para que te apoyen.

Cuando por fin logró que la señora se detuviera, F. estaba comprensiblemente molesta, no tanto por el daño material, sino por el riesgo al que se expuso a causa del mal comportamiento de la señora. Antes de bajarse del coche, tomó un respiro profundo y trató de calmarse.

Después de haberle tomado fotos a la malhechora y a su auto, y después de hablar al seguro, F. se comunicó con su gente para desahogarse, recibir contención emocional y consejos. Le habló a su esposo –quien a su vez la conectó con sus suegros que andaban cerca del lugar del accidente para que la alcanzaran-. De él recibió ayuda para ordenar prioridades. Después llamó a unas amigas –para contención emocional- y sucesivamente con otro amigo abogado -para asesoría y consejos-.

3. CUBRE TUS NECESIDADES. Después de los primeros segundos o minutos de shock, después de respirar y conectar con los tuyos, piensa en llevar a cabo tus prioridades. Quizás necesites un vaso con agua. Pídelo. O quieras enchufar tu teléfono para tener más batería. A veces se nos baja el azúcar en la sangre y nos viene bien chupar un dulce o comer un chocolate. Pregunta si alguien tiene uno. Recuerda que es fundamental que tú estés bien ahora. Y recuerda que no tienes que hacerlo a solas.

IMPORTANTE. Muchas veces cuando recibimos una mala noticia como el que un ser querido está hospitalizado o acaba de fallecer, nuestro primer impulso es correr al lugar donde se encuentra. Es comprensible, pero a contempla lo siguiente.

Antes de moverte del lugar en el que te encuentras y donde recibiste la noticia –tu oficina, salón de clase, casa- sigue los pasos anteriores:

siéntate, respira y conecta con los tuyos.

Trata de obtener más información. Eso te prevendrá de tomar una decisión impulsiva. Por ejemplo, te puedes enterar si alguien cercano está en camino al hospital, en ese caso pueden ir juntos, o le puedes pedir a un amigo que pase por ti. Pero si no hay nadie que te pueda llevar, contempla si estás en las condiciones para manejar. A lo mejor sólo necesitas unos minutos más para reponerte del shock de la noticia.

Organízate para que cuando llegues al lugar del accidente –hospital, velatorio, etc.-, no estés solo.

INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA CRISIS

Durante las siguientes horas y días es muy importante que te cuides. ¿Recuerdas la huella emocional del impacto? Si los síntomas que mencionamos antes se intensifican, incrementan o se prolongan por más de 4-6 semanas, es importante que busques ayuda profesional. Pero hay mucho que puedes hacer para prevenirlo.

BÁJALE DOS RAYITAS. Para que te recuperes lo mejor posible de este difícil momento, te sugiero que limites tu agenda de actividades –recuerda que puedes delegar- y agregues horas de descanso a tu día. Lo ideal es que al día siguiente del evento crítico no vayas a trabajar o a la escuela, especialmente si sufriste algún daño físico –aunque este no te impida hacer tus actividades.

Pero si no puedes evitarlo, levántate antes y sal de casa con más tiempo para que te puedas arreglar y desplazar más despacio.

Tu cuerpo necesita recuperarse de la crisis, también a nivel emocional.

Quédate más horas en casa y descansa. Come nutritivo pero ligero, y limita los quehaceres domésticos a los menos cansados. Mantente en contacto con los tuyos pero desconéctate en la medida de lo posible de la computadora, tableta y Smartphone para cuestiones que no son urgentes.

PIAN PIANINO[9] se dice en italiano cuando hay que hacer las cosas más lentamente de lo habitual.

Espero que estas pautas de intervención en crisis te sirvan y las puedas poner en práctica, así como  compartir con los tuyos durante e inmediatamente después de un incidente críticos.

Las crisis cotidianas con su respectivas pérdidas y estrés negativo suceden y muchas veces no las podemos evitar. Lo que sí podemos hacer es prevenir consecuencias dañinas y eventuales traumas .

Recuerda que hay que cuidar el instrumento, pues el concierto a veces puede ser muy largo[10].

 

 

 

REFERENCIAS 

[1] Snider, L, van Ommeren, M., Schafer, A. (2012). Primera ayuda psicológica: Guía para trabajadores de campo. Organización Mundial de la Salud. Disponible en: whqlibdoc.who.int/publications/2012/9789243548203_spa.pdf

[2] Mitchell, J.T. (2003a). Crisis Intervention and Critical Incident Stress Management: A research summary. Ellicott City, MD: International Critical Incident Stress Foundation.

[3] Primeros Auxilios Psicológicos. Curso en línea (MOOC) de la Universitat Autonòma de Barcelona.

[4] Pauline Boss (2009). La perdida ambigua: como aprender a vivir con un duelo no termina do. Ed. Gedisa.

[5] Primeros Auxilios Psicológicos. Curso en línea (MOOC) de la Universitat Autonòma de Barcelona.

[6] La desrealización es una alteración de la percepción o de la experiencia del mundo exterior del individuo de forma que aquel se presenta como extraño o irreal. Incluye las sensaciones de que el entorno del sujeto carece de espontaneidad, de profundidad o de matices emocionales. Es un síntoma disociativo que aparece en enfermedades tanto psiquiátricas como neurológicas, que no constituye un trastorno por sí mismo. Es además un efecto secundario transitorio de las intoxicaciones psicotrópica agudas, la privación del sueño y el estrés (APA, DSM-IV-TR).

[7] Primeros Auxilios Psicológicos. Curso en línea (MOOC) de la Universitat Autonòma de Barcelona.

[8] Flannery, R.B., Jr. (2001). Assaulted Staff Action Program (ASAP): Ten years of empirical support for Critical Incident Stress Management (CISM). International Journal of Emergency Mental Health, 3, 5-10.

[9] “Pian pianito” es la versión latinoamericana de la expresión original italiana “pian pianino” o “piano piano”.

[10] Parafraseando la expresión popular “Hay que cuidar el instrumento pues el concierto es muy largo”.

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